Visita teatralizada al Teatro Campoamor de Oviedo: conocerlo es amarlo

Me llega, junto a la de mis colegas guías de Turismo y periodistas, una invitación de parte de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo, para que acuda a las visitas guiadas, más bien, teatralizadas, que se han diseñado dentro del programa "Festival de Verano. Oviedo 2014" para que el público en general, los visitantes y los amantes de la música y la escena, conozcan de cerca a nuestro precioso Teatro Campoamor.
                                                                                

 La idea surge de la demanda solicitada por diversos grupos y colectivos (entre ellos muchos de mis clientes como guía de Turismo) que, al pasar ante nuestro emblemático Campoamor, sede de la temporada de ópera, de la de zarzuela, de los Premios Príncipe de Asturias, etc, durante décadas (desde su inauguración en 1892), quedaban deseosos de recorrerlo por dentro con calma, sin públicos, ni obras a representar. 
Y así fué que finalmente se concedió.

Bajo estas líneas, el busto del escritor Ramón de Campoamor, obra del escultor Víctor Hevia, que luce en el primer piso del teatro y que da su nombre al mismo, a propuesta, en la época, del no menos personaje representativo de nuestra Vetusta, el escritor, catedrático y político Leopoldo Alas "Clarin".
                                                                            

Bajo estas líneas, el público esperando a las puertas del hall, para disfrutar de la visita teatralizada.
                                                         

Un grupo de actores y músicos encarnan diversos personajes de una delirante comedia que lleva a los asistentes a recorrer algunas de las instalaciones del teatro, las que están "más a mano" y que son frecuentadas por los asistentes en general: el hall, el patio de butacas, el entresuelo, el Salón de Té, y finalmente el escenario, siendo casi partícipes de la obra representada "Vámonos pal Campo...amorrr" en algún momento de la misma.
                                                                                 

 El elenco de estupendos actores se compone por la mezzosoprano ovetense  María José Suárez, el tenor poleso Juan Noval Moro, la actriz pucelana de nacimiento, pero asturiana de sangre (como servidora) Marta Mardó, el pianista gijonés Julio César Picos, la cantante de tonada, asturiana hasta la médula, nacida en Buenos Aires (Argentina) Anabel Santiago y el gaitero ovetense Noel García, coordinados en la escenografía, iluminación y vestuario por Luis Antonio Suárez, en la coreografía por Estrella García y como regidora, Beatriz Cabrero. En la dirección de escena, Enrique Viana.
                                                                       

La visita dura una hora y la tarifa de acceso es de 6€. El máximo número de personas que pueden acceder de una vez son 80.

Los días en los que se puede disfrutar de la misma son, a partir de hoy domingo 13 de julio, el próximo viernes 18, y el sábado 19 y ya, en agosto, los días 1 (viernes) y el sábado 2 y los viernes 22 y el sábado 23.
                                                                                  

Es una buena manera de, sin que se den demasiados detalles histórico-artísiticos sobre el edificio, pues para eso estaríamos los guías oficiales de Turismo, sino que, con el buen hacer de cantantes, actores y músicos, se mezcle un poco la historia del teatro, con un hilo argumental de ritmo trepidante y jocoso y poder pasar un buen rato por la mañana de estos días de verano. 
                                                                                       


 En la sesión matinée a la que yo acudí, lo hacían también los alumnos de la Universidad de Indiana, del Curso de Honores de dicho centro, dirigido por la simpática Giselle Martins, profesora de español que me contaba lo bien que se lo estaban pasando sus alumnos que pasan siete semanas en España desarrollando programas intensivos y cumpliendo códigos de honor muy estrictos en los que se les impide hablar en inglés, teniendo que hacerlo todo el tiempo, sólo, en nuestra lengua española.

Está claro que el nivel de español de estos chicos y chicas ha de ser elevado, a juzgar por la alta comprensión que demostraban tener de todo lo que iban escuchando, en algunas ocasiones, diálogos a velocidad vertiginosa y, a veces, con giros muy españoles y con ironías y bromas muy ilustrativas de nuestra habitual "retranca" asturiana.

Bajo estas líneas, el público, divertido y encantado, en el patio de butacas del Campoamor, siguiendo la última parte de la visita.
                                                                                
                                                                             
 

Como no es mi intención contaros nada del argumento (por cierto, difícil de comprender para un no iniciado en nuestra idiosincrasia ...), os animo a que reservéis vuestra entrada y acudáis a esta estupenda iniciativa cultural que han preparado desde el Ayuntamiento de Oviedo y el Teatro Campoamor para todos los asturianos y los que nos visitan en estos días.
                                                                                        

Sobre estas líneas, el grupo de estudiantes de Indiana, posando con dos de los cantantes: María José Suárez y Juan Noval Moro.

En el grupo se encuentra también (a la derecha de la foto) la niña ovetense Liv Parlee Cantin, premiada con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia a la ONCE 2013, y que también conoció en su día el escenario del Teatro Campoamor cuando acudió en la pasada edición de los Premios a recoger el galardón con el presidente de la ONCE, Miguel Carballeda y la consejera territorial de Madrid Cristina Luchesse, acompañada ésta de su perro Breezy.

Al salir, un montón de frases y reflexiones muy sustanciosas e interesantes, entre las que me guardo la exhortación hecha por Marta Mardó: "Que ustedes desconcierten a esa realidad que les espera fuera con una enorme sonrisa" a lo que, entre otras buenas palabras, añadió: "El teatro es un edificio para soñar".
Verdad eterna.
                                                                               

Para finalizar el post, el fantásico "broche de cristal" que es la inmensa lámpara-araña de bronce y cristal de la sala principal, de unos novecientos kilos de peso y cuya datación se sitúa entre el final del siglo XIX y principios del XX.

En cualquier ocasión, el Campoamor, por favor.


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