Isabel Preysler inaugura la nueva tienda de Porcelanosa en Asturias

                                                        
Fotografía cedida por Nacho Gamazo, fotógrafo oficial del evento

Calle Dinamarca s/n del Polígono del Espíritu Santo, a medio camino entre Colloto y Oviedo. Viernes 9. Convocatoria a las 20.00. "Porcelanosa tiene el placer de invitarle a la inauguración de sus nuevas insalaciones en Oviedo". Así rezaba el tarjetón. De primeras, nada excepcional si no llega a ser porque la imagen de la firma de cerámicas para sanitarios, cocinas, etc, Isabel Preysler, iba a estar presente, acompañada, en un principio, de sus hijas Tamara Falcó y Ana Boyer. La sorpresa sería la presencia, también, de Julio José Iglesias.




Entre elegantes bañeras y muebles de cocina me encuentro, grabando una entradilla para el programa de fin de semana, al reportero de Vuélveme Loca (Tele5), Luis G. Temprano.

En la espera, el arquitecto Emilio Llano, acompañado de sus hijos Javier y Felipe. Encantador, como siempre, me cuenta algunos detalles de la obra que le fue encargada por la empresa, presidida por el exquisito Manuel Colonques, que acudió con su hija María. Ambos posaron educadamente para mi cámara.



Una finca de 4.000 metros cuadrados, de los cuales están construidos 1.753 y en ellos 1.355 son de exposición, el resto para almacenes, oficinas, etc.
La espectacular fachada, en un blanco aire, es una pieza de cerámica especial (obviamente de Porcelanosa) y de cristal, montada con un sofisticado sistema que utiliza una cámara de aire que la separa del muro de la nave.



                                                                                  
Un descubrimiento interesante: el cátering, atendido por dieciséis camareros y sus ayudantes, "Ysamar" es de León. Al igual que la empresa de Trobajo del Camino que contrató a nuestro excelente profesional ovetense, Nacho Gamazo, para realizar las fotos del evento, que no las exclusivas de Porcelanosa, que las realizaba otro maduro fotógrafo, escalerilla en mano para inmortalizar "comme il faut" el paseo de Preysler y su familia por las instalaciones de la empresa y el posterior brindis en una salita para V.I.P.S.

No fueron leoneses los productos que se ofrecieron al público, en los que sí se mezclaron ingredientes de la gastronomía asturiana y que ignoro si la famosa familia invitada, probó.

Poco a poco comienzo a ver caras conocidas como a Javier Díaz y a su mujer Patricia Olalla (Agencia Evento), a las siempre estupendas Carmen Carril, su hermana Charo y la hija de Carmen, Marta Arenas; también entre otros conocidos, Cristina García, directora de la Escuela de Diseño EPYCO, el escritor Ovidio Parades y su marido Íñigo Dorronsoro, y gente "de la zona", como Blanca Álvarez, la esposa de José Castro (Friobás Basilio) con impresionante nave en el polígono Espíritu Santo y que acudió con su habitual e inmejorable compañera: su madre Julia Fernández



                                                                              
Blanca "jugaba en casa"  pues la gran mayoría del público (me dieron datos de entre 700 a 900 invitados, cuando yo pienso que no deberíamos ser más de 400) pertenecía al propio polígono, aparte de diversos arquitectos técnicos, decoradores, distribuidores y otro tipo de profesionales vinculados a este mundo.



Cuando ya el ambiente estaba bastante animado de público que aguardaba, dos Mercedes llegan a la explanada de la entrada a la nave.

                                                                              
Procedentes de Ranón, desembarcaban del avión privado de Enrique Iglesias, el variado clan Preysler-Iglesias-Falcó-Boyer.
Enrique había "prestado" el avión a su madre y hermanos para viajar cómodamente hasta Asturias, ya que él había llegado de EEUU y estaba en Madrid esa noche y sólo por 48 horas, para recoger un premio en la fiesta de los 40 Principales.

Antes de entrar, un posado en la puerta, con Sonia Soriano, hija de uno de los fundadores de Porcelanosa, José Soriano, y con su marido, Juan Casterá que pertenece a la Junta Directiva de la firma.


                                                                          
Con una organización propia de profesionales de los eventos americanos, dosificando las euforias, entraron primero y con una cierta distancia, Julio José y Tamara, que desataron la emoción de los invitados que aguardaban y tras el consiguiente posado en el photocall, la tímida Ana  y su madre, Isabel Preysler.

De allí, en "olor de multitudes", al posado familiar ante el árbol de Navidad.
En un recorrido tortuoso, prensa y público en general se apelotonaban en torno a los invitados protagonistas para conseguir una foto, bien con la cámara profesional, bien con el móvil (como algún camarero leonés, que no se pudo reprimir) en lo que fue este acto absolutamente caótico, aunque me temo habitual, como todas las convocatorias de este tipo, a las que pueden acudir como protagonistas absolutos.
                                                                             
Preysler, seguida por sus hijas e hijo, no perdió en ningún momento la compostura, a pesar de casi ser empujada, y seguro agobiada, entre los apremios y las urgencias de llegar antes que nadie a conseguir la foto o el saludo. Rodeándola, su "guardia pretoriana" de Porcelanosa, encabezada pro el director de Márketing José Pascual Pesudo que no dudó en apartar a algún admirador, un tanto pesado, del lado de la reina de las revistas del corazón. Finalmente, ese admirador, como otros pocos, consiguió la foto con ella.

Desde luego que, vista de cerca, esta mujer sí que está acostumbrada, o al menos lo disimula muy bien, a "la foule" inaugurativa y tumultuosa. Es, como sus hijos, toda una profesional del evento, de la sonrisa, de provocar la admiración del "pópulus", cualidades que bien ha inculcado a sus retoños, como todos han dejado claro en Asturias.

                                                                                  
                                                                               
Tras el posado, otro breve paseo y un "kit kat" en una de las estancias reservadas de la nave.
De allí, volvieron a salir para dirigirse a otro despacho, más iluminado y acondicionado, y en el que pude atisbar alguna botella de cava o champagne con la que, imagino, brindarían.
En esa parada se hicieron las fotos de rigor con todas los máximos responsables de la empresa, a nivel nacional y local, entre los que se encontraba Antonio López, del Departamento Comercial y atendiendo a los medios, la simpática Raquel Agulleiro, responsable de Prensa de la oficina central en Castellón.

Julio José, Tamara y Ana posaban con todo aquel que accedía a ellos, muy simpáticos y sonrientes.

Tamara, tan chispeante como muestra en la tele y en el Hola!, la inteligente Ana, con un cierto misterio y, vaticino, un futuro interesante como personaje público; su hermano Julio José, el más oriental de los tres, guapo y cautivador para las más jovencitas, y las no tanto.


Las chicas iban monísimas con vestidos drapeados (en el caso de Ana) y en tonos empolvados, coincidiendo con su madre en la apuesta por el "tan de moda" detalle en la cintura: ellas con stras o pedrería, su madre Isabel, con un fino cinturón rematado en una flor de lentejuelas.
Las tres eligieron para elevarse sobre las multitudes, unos peep toes con plataforma, en diferentes colores.

                                                                         
El modelo de Isabel Preysler: un sugerente top dorado, sin mangas, con una vertiginosa abertura en la espalda, desde la nuca hasta la zona lumbar, combinado con una falda de pailletes negra, medias tupidas, pendientes de oro y piedra amarilla y melena suelta, algo ahuecada en la zona de la coronilla.

De cerca, lo que más me llamó la atención, fue su perfil, pienso que excesivamente retocado.
Si ahora es una mujer bella y especial, delgada y se ve que absolutamente mimada por todo tipo de tratamientos, masajes, deportes, genética... imagino lo que debió de ser en su juventud y en el apogeo de aquella década de los ochenta, en los que casi todas las mujeres de más de veinte años, enloquecimos por su estética tan calculada: coletero (que puso de moda), medias con lacito y brillante (en el primer anuncio de Porcelanosa), pendientes con forma de bellota, de Vasari, hombreras, sonrisa giocondesca...y otros detalles que muchas trataban de imitar.

Isabel, amable, esperó hasta que la foto que nos hicimos con ella saliera OK.
"No ha salido? Que la repitan" insistía, encantadora.
Os ofrezco, bajo estas líneas, una foto que me ha pasado Manuel Arenas, hijo y hermano, respectivamente, de las bellísimas Carmen Carril y Marta Arenas.

                                                                      
Esta es, al menos como pública, la segunda vez que Isabel Preysler visita el Principado de Asturias.
La otra ocasión, acudió invitada en 1996 por el propietario del Hotel Casona del Busto, en Pravia, cuyas fotos, recorriendo el Narcea en piragua, fueron portada del Hola!

A mí, aunque muy brevemente, me ha encantado conocerla, a ella y a sus hijas e hijo.
Por eso he ido y os lo he contado.

                                                                            

                                                                            











                           

                                                                          
                                                                                  
                   



Comentarios

  1. Anónimo29.5.14

    Me encanta Isabel Preysler, de siempre, por su persona y su personalidad, como diria Miguel Boyer. Estetica aparte, verdaderamente es una mujer especial.

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    1. Gracias por tu comentario. Realmente, de cerca, se percibe que ha de ser muy especial y sobre todo, la impresión que me llevé de ella es que domina totalmente la escena de las multitudes y en la distancia corta es una artista en hacerte creer que para ella, en ese momento, eres lo que más le importa. Un mito del mundo del "cuore" que, en estos momentos y debido a su mal final con el Nobel Vargas Llosa está viviendo un estado de hibernación del que, seguro, renacerá con más fuerza.

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