Misericordias góticas de la Catedral de Oviedo: Arte con D.O.

                                                                            
En la misma Sala Capitular de la Catedral de Oviedo donde reposan poco más de la veintena de sillas y sitiales tardo góticos del coro, de los más de ochenta de la formación original, se recibieron las dos ménsulas o misericordias recuperadas por la Policía Nacional en colaboración con la Interpol y los carabinieri italianos de su largo periplo por tierras catalanas e italianas, tras haber sido sustraídas, en los años setenta, del desván donde reposaban, aún sin restaurar, sus hermanas ubicadas en la primera dependencia gótica del conjunto catedralicio.

La sillería del coro de la Catedral, en su mayoría tallada por Alejo de Bahía a finales del siglo XV es un tesoro que se enseña al visitante que paga la entrada que incluye, no sólo la visita a la Cámara Santa, sino también al claustro, cripta de Santa Leocadia, y a dicha Sala Capitular, donde, por cierto, el Principado de Asturias le declaró la guerra a los franceses, en 1808.

No me canso de admirar también la cúpula de dicha sala. Es una maravilla de la arquitectura gótica. Aunque no demasiado airosa, bastante para la época.
Es una belleza octogonal, gallonada sobre trompas con los ocho nervios cruzándose en la nave central. Esos nerviecillos tienen una forma de Y importada del Gótico Plantagenet muy interesante y difícilmente repetible en el resto de Asturias.
Siempre que realizo una visita guiada por esa zona de la Catedral, se lo remarco a mis turistas-clientes.

No puedo olvidarme de mencionar el precioso Retablo de las Lamentaciones, o del Llanto sobre el Cristo Muerto, toda una lección de escultura en piedra, casi de bulto redondo sobre muro, con el preciosismo de los angrelados, los rostros y la configuración de la escena en sí en la que aparece el arquitecto de parte de la obra de la Catedral, Juan de Candamo y su esposa Catalina como personajes orantes en torno al maravilloso descendimiento de un Cristo mutilado (como otras figuras de la obra) por desmanes pretéritos.
Pendiendo de la cúpula, la imponente lámpara de forja, de inspiración mozárabe.

 La sillería, sustituída a principios del siglo XX de su lugar original, y tras numerosas vicisitudes y adversidades, recibía lustrosa, como habitualmente, a autoridades y periodistas que observaban de cerca, no sólo las imágenes de santos, profetas y personajes del Antiguo y Nuevo Testamento que decoran los respaldos, sino también las curiosas tallas picarescas y de tono erótico que se esconden en reposabrazos, esquinas, o en las mismas misericordias.
Una licencia que se permitían los maestros o discípulos tallistas de la época, al igual que ocurre en los capiteles de las iglesias y catedrales románicas y góticas.


                                                                             
Envueltas en papel burbuja, pesadas por ser de buen nogal, aunque algo apolilladas, llegaron, portadas por agentes de la Policía Nacional, las "estrellas" de la convocatoria.

Dos ménsulas, o misericordias (reciben este nombre un tanto peculiar, porque los canónigos y beneficiados las utilizaban para sentarse disimuladamente entre prolongados rezos y cantos y así evitar problemas vasculares) con sendas escenas: un juego a los dados entre un ser, aparentemente humanoide y un híbrido animal-humano, la otra: una escena de lucha entre la muerte (calavera) y la vida (guerrero-quimera con escudo decorado con la esvástica).

Dos tesoros para los amantes del Arte y de la Catedral, a los que el arzobispo Jesús Sanz, que presidió el acto representando al estamento eclesial, definió como: "Arte con Denominación de Origen" al mismo tiempo que recordó el logro de su recuperción agradeció la colaboración entre la Iglesia Católica y el Gobierno de España.
                              
                                                                               
Sanz relacionó los argumentos de las tallas con la vida cotidiana: "En el fondo, lo que se hace en la Catedral, tiene que ver con lo que se hace en la vida" a la vez que anunció el destino final de las ménsulas: el Museo de la Iglesia, situado en el claustro alto.

También en el acto, como representante gubernativo, el delegado del Gobierno, Antonio Trevín, que amén de revivir como anécdota el momento en el que se estrenó como delegado acudiendo a una visita a la Catedral, recordó las aportaciones económicas del Gobierno de España para la reparación de las cubiertas (100 millones de las antiguas pesetas) dentro del Plan Director y anunció otra dotación de 600.000€ para la restauración de la girola y otras dependencias catedralicias.

Con verbo barroco y leyendo su intervención en la que daba los detalles del caso resuelto, orgulloso por el logro policial, el avilesino afincado en Madrid y jefe de la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional, Antonio Tenorio Madrona, a quién acompañaba el Jefe Superior de Policía, Baldomero Araújo y el comisario de la Policía Judicial, Andrés Valverde.

Como presencias eclesiásticas, entre otros, varios canónigos: el deán de la Catedral, Benito Gallego, el archivero catedralicio Agustín Hevia Ballina y el director del Museo de la Iglesia, José María Hevia, , a la sazón mis excelentes profesores en el curso de Guía de la Catedral, y el vicario Juan Antonio Menéndez.





Tras el detalle en la narración de los hechos y demás intervenciones, la firma en el documento oficial que acredita la entrega por parte de la Policía Nacional al Cabildo catedralicio, de las dos ménsulas recuperadas.
                                                                                 

                                                                                  

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