La fuerte llamada del amor sobrenatural

Fallecía hoy en Oviedo María Teresa Sanz Moliner, la viuda de Luis Fernández-Vega Diego, prestigioso oftalmólogo ovetense, que también nos dejó el pasado mes de agosto de este año y con cuya noticia abría este blog al mundo: "El adiós a los ojos de Luis".
Esta tarde recibí una llamada que me lo confirmaba y, sinceramente, mi primer pensamiento, aparte de ser para sus hijos Luis y Maite, ha sido, aunque ya no esté entre nosotros, para su marido Luis.
Sin duda, cuando un matrimonio es tan longevo en el tiempo y han sido, como imagino, tan felices como se les veía, cuando uno de los dos falta, el que queda debe de sentirse bastante perdido en el mundo terrenal, y en el caso de la adorable María Teresa, así debió ser y aunque estaba, al parecer, delicada de salud, la falta de su marido, siempre a su lado, la dejó, quizás, sin fuerzas, para remontar unas Navidades y unos días sin él. Su fallecimiento, tan cercano en el tiempo al de su marido, me hace pensar en la posible existencia de la fuerza del amor eterno y de su poderosa vibración desde el más allá.
Recuerdo a María Teresa, aquella tarde tan tórrida de agosto, con la Catedral rebosante de familia, amigos y conocidos, ella, en medio de todo aquel gentío, tan frágil como encantadora en el multitudinario funeral de su marido, recibía con la débil sonrisa de la gente educada en pleno dolor, los pésames y muestras de cariño de todos los que hasta allí nos acercamos.

                                                                         
Ahora ya descansa en paz, junto a Luis. Pienso en Maite, su única hija, siempre de su brazo por la calle, en la peluquería, donde, a veces coincidíamos, y ella, tan rubia y con su piel tan fina, me sonreía y me hablaba con el delicado cariño de quién emana una innata dulzura interior.
También pienso en su hermana Conchita, casada con Álvaro, hermano, a su vez de Luis Fernández-Vega Diego, en sus sobrinos, en sus nietos... Una familia realmente abatida. Ahora Maite y Luis se han quedado del todo huérfanos en estos días que se aproximan.
Si ya hubiera sido duro pasar estas fiestas con la ausencia del padre, tras el fallecimiento de María Teresa, sin duda esa mesa de Navidad va a estar más triste que nunca.
Querida María Teresa, desde donde estés, envíanos por favor, una de tus sonrisas tan delicadas. Será, para muchos, muchos de los que te apreciábamos, uno de nuestros mejores regalos de Navidad.

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